martes, 13 de marzo de 2018

Crisis de fe

La imagen puede contener: una o varias personas


La razón principal por la que decidí retomar este blog (que creé con otra intención en el 2009) fue por propio beneficio, para consignar aquí mi proceso de conversión y recordarme a mí mismo cada etapa de esta vida en la fe. Indudablemente que si esto que escribo es de provecho para alguien más, pues bendito sea Dios. ¿Y por qué lo hago? Pues porque la lucha espiritual es muy difícil en un mundo cada vez más alejado de Dios. Un mundo que te absorbe en su día a día y te hace olvidar esas experiencias cercanas a Dios que han hecho fortalecer la fe.


Por mi formación como ingeniero y mi experiencia laboral en ese mismo campo, soy una persona demasiado racional y me ha costado comprender la espiritualidad de un Dios vivo en medio de nosotros. Debo admitir que puedo echar atrás un largo camino de entendimiento espiritual a cambio de un aparentemente sólido argumento racional.

Sí, mi fe aún es muy inmadura, y lo pude constatar hace poco con un par de eventos. El primero de ellos fue en un Rosario en medio de la adoración al Santísimo Sacramento. En ese lugar, varias personas que llevan un largo tiempo en este caminar, sintieron la viva presencia de la Virgen María y el desbordante amor de Jesús Eucaristía que se manifestó incluso en algunas fotografías donde se veía lo que parecía ser la sangre de Cristo derramándose por el altar. Todas estas personas con fe inquebrantable y largos años de oración no dudaron en aceptar lo que se veía en las fotos. Yo en cambio, le busqué todas las justificaciones posibles, hasta que una persona de una formación espiritual extraordinaria me dijo: "Estás leyendo demasiada doctrina y poca espiritualidad". Era cierto, mis lecturas se han centrado más en la argumentación católica que en la lectura vívida de las experiencias de fe de tantos Santos que han pasado por nuestra Iglesia.

El segundo evento fue un testimonio que leí en la página de facebook del cantautor católico Felipe Gómez, quien relataba la historia de Roque Solaque, un humilde seminarista de origen campesino que vivió las heridas y dolores de la pasión de Cristo. Estas heridas visibles, sangraban cada viernes.


La Iglesia Católica ha tenido muchos estigmatizados, pero poco sabía de este humilde seminarista. Una búsqueda más profunda en youtube me permitió encontrar que este caso de Roque está muy bien documentado, pensaría que mejor que el del Santo Padre Pío de Pietrelcina; pues es un hecho más reciente que quedó detallado en muchas imágenes y videos. Varios testimonios, incluso médicos, daban fe de lo incomprensibles eventos que sucedieron. Pero hubo un argumento en contra: "todo puede ser autosugestión, nuestro poderoso cerebro puede hacer aparecer esas llagas y generar el sangrado en cabeza, manos, pies y costado en ese hombre."

Ese solo argumento bastó para echar por tierra la credibilidad de ese evento. Esto, sumado a mi incredulidad frente a lo sucedido con las fotos de Jesús Eucaristía; me hicieron pensar que todo esto del sentimiento espiritual pudiera ser solo una especie de paranoia y todas mis experiencias pasadas (que he relatado en anteriores entradas), simple autosugestión.

En esos libros doctrinales de los que hablaba antes también he leído que la fe no puede basarse en sentimientos. Que la fe y la razón no se contraponen y por el contrario, la fe ilumina la razón y le da sentido a muchas cosas que por el simple razonamiento somos incapaces de explicar. 

Pese a todo, era innegable que sentía una vez más la duda tocando la puerta de mi mente y mi corazón, pero he seguido el consejo de grandes Santos, que ante la crisis, recomiendan perseverar en la fe. Eso hice, me dirigí al Santísimo y lo primero que sentí al entrar fue una paz tremenda, las misma que se siente en los grandes Santuarios, Conventos y lugares de culto. Ese sentimiento de paz no puede ser autosugestión, lo he sentido desde muy niño, especialmente cuando mis padres me llevaban a visitar a familiares consagrados que vivían en conventos. También he sentido lo opuesto, lugares con un "ambiente pesado", recuerdo cuando entré a acompañar a una persona a un local de "hierbas" y "brebajes curativos", indudablemente era un sitio de Santería o algo relacionado. Quien esté leyendo esto no podrá negar que en algún momento de sus vidas, han sentido paz o intranquilidad al entrar a un lugar. ¿Será coincidencia o "autosugestión" que la mayoría de esos lugares de paz sean sitios religiosos? Dejo la inquietud.

Antes de entrar al Santísimo sentí la fuerte intención de llevar la biblia que normalmente llevo en mi auto. Eso hice. Por lo general no acostumbro a leer la biblia allí, lo hago en mi casa. Frente al santísimo le expresé al Señor mi duda, sabía que no debía pedir signos, el Señor valora a quien cree sin ver. Pero le dije que estaba confundido, que me ayudara a fortalecer mi fe. Acto seguido, me dispuse a leer la biblia. Por estos días he estado leyendo las cartas de San Pablo pero hoy quise leer directamente a Jesús y me remití a los Evangelios, allí abrí la biblia inicialmente en alguno de los Evangelios Sinópticos pero quise mejor ir al Evangelio de Juan, el discípulo amado. Fijé mis ojos justo en el capítulo cinco de San Juan y no daba crédito a lo que leía, me dio risa, pues entendí que el Señor contestó mi oración. El pasaje que comencé a leer habla sobre la obra del Hijo: resucitar a los muertos del cual extraigo estas dos citas:

"En verdad les digo: El que escucha mi palabra y cree en el que me ha enviado, vive de vida eterna; ya no habrá juicio para él, porque ha pasado de la muerte a la vida." - Jn 5, 24.


"Ustedes escudriñan las Escrituras pensando que encontrarán en ellas la vida eterna, y justamente ellas dan testimonio de mí. Sin embargo ustedes no quieren venir a mí para tener vida. Yo no busco la alabanza de los hombres. Sé sin embargo que el amor de Dios no está en ustedes, porque he venido en nombre de mi Padre, y ustedes no me reciben. Si algún otro viene en su propio nombre, a ése sí lo acogerán. Mientras hacen caso de las alabanzas que se dan unos a otros y no buscan la gloria que viene del Único Dios, ¿cómo podrán creer?" - Jn 5, 40-44.


A la luz del momento, mi interpretación del pasaje es la firme respuesta del Señor a que estamos llamados a creer en Él, sabemos que es más fácil creerle a los hombres (pues argumentan con hechos medibles), pero ellos no son dignos de confianza. Debemos creer entonces, así sea difícil, en el único poseedor de la verdad: Jesucristo.

Puede ser que esté nuevamente sugestionado, lo curioso es que este pasaje corresponde al Evangelio del día de mañana en el calendario litúrgico (escribo esto el 13 de marzo de 2018). Y la sección anterior, que no la leí, es el Evangelio de hoy. De esto me acabo de dar cuenta. Yo no abrí la biblia intencionalmente allí, la lectura fue aleatoria.

Independiente de que sea coincidencia, autosugestión o lo que sea, el Señor puede valerse de cualquier método para respondernos. Ya lo había vivido antes, pero insisto, la lucha es difícil y creer en la Palabra es como el mismo Señor lo explica en la parábola del sembrador: 


"Lo que el sembrador siembra es la Palabra de Dios. Los que están a lo largo del camino cuando se siembra, son aquellos que escuchan la Palabra, pero en cuanto la reciben, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Otros reciben la palabra como un terreno lleno de piedras. Apenas reciben la palabra, la aceptan con alegría; pero no se arraiga en ellos y no duran más que una temporada; en cuanto sobreviene alguna prueba o persecución por causa de la Palabra, al momento caen. Otros la reciben como entre espinos; éstos han escuchado la Palabra, pero luego sobrevienen las preocupaciones de esta vida, las promesas engañosas de la riqueza y las demás pasiones, y juntas ahogan la Palabra, que no da fruto. Para otros se ha sembrado en tierra buena. Estos han escuchado la palabra, le han dado acogida y dan fruto: unos el treinta por uno, otros el sesenta y otros el ciento." - Mc 4,14-20.



Hoy, doy gracias a Dios, que a través de su palabra me da fortaleza para perseverar y no dejar morir la semilla que Él ha sembrado en mi corazón. Como dicen en mi tierra: "¡Seguimos en la lucha!"


¡Dios les bendiga!

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