viernes, 19 de enero de 2018

Razones para creer en Dios

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“Básicamente, me di cuenta que para mantenerme ateo, tendría que creer que la ‘nada’ produce ‘todo’; materia muerta produce vida; el azar produce orden; caos produce información; inconsciencia produce conciencia; y lo irracional produce razón. Estos saltos de fe eran simplemente demasiado grandes para yo lograrlos, especialmente a la luz del caso afirmativo por la existencia de Dios y la resurrección de Jesús (y su divinidad por consiguiente). En otras palabras, mi análisis del cristianismo explicaba el total de la evidencia mucho mejor que el ateísmo.”
–Lee Strobel, Ex Ateo
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Tal como lo expresa el señor Strobel, los ateos tienen más fe que los creyentes al aceptar tantas premisas. Yo en cambio me limito a una sola: Creo en un solo Dios creador del universo. Para creer en Él, bastaría reconocer que el hecho mismo de sabernos conscientes e inteligentes es obra de un creador y no una consecuencia de la casualidad. Esa conciencia también nos plantea preguntas en torno a realidades como la vida, el dolor, la muerte y el pecado, que no encuentran una simple explicación desde la razón. Solo la fe las ilumina y nos ayuda a encontrar sentido en medio del camino.

Dios también nos ha grabado en nuestros corazones unos principios morales que nos permiten discernir entre el bien y el mal. Eso por sí solo pudiera ser razón suficiente para concluir que, de no existir un Dios, no habría razón para tener que diferenciar entre lo bueno y lo malo, pues si el pecado no tiene consecuencia, ¿a qué he de temer?

Encontrar a Dios es tan fácil, tan evidente, que quizás por ello mismo se nos hace imposible creerlo. El apóstol San Juan nos dice: "El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor." (1 Jn 4,8). Y para que haya amor tiene que haber libertad (libre albedrío), y es por ello que Dios no nos obliga a amarlo. Pero sí nos ha dejado evidencia de su existencia en sus obras y con ello nos invita a reconocerle, amarle y adorarle. - ¿Y cuales son sus obras? - Infinitas. 

Aquí menciono sólo algunas que espero te inviten a reflexionar entre si eres un simple cuerpo material destinado al olvido de la corrupción o un ser espiritual creado para la eternidad.



La creación.

"Son necios por naturaleza todos los hombres que han desconocido a Dios y no fueron capaces de conocer al que es a partir de los bienes visibles, ni de reconocer al Artífice, atendiendo a sus obras; sino que tuvieron por dioses, señores del mundo, al fuego, al viento, al aire ligero, a la bóveda estrellada, al agua impetuosa o a los astros del cielo. Si, cautivados por su belleza, los tomaron por dioses, sepan cuánto les aventaja su Señor, pues los creó el autor de la belleza. Y si admiraron su poder y energía, deduzcan de ahí cuánto más poderoso es quien los hizo, pues por la grandeza y hermosura de las criaturas se descubre, por analogía, a su Creador. Sin embargo, éstos merecen menor reproche, pues tal vez andan extraviados buscando a Dios y queriendo encontrarlo. Dan vueltas a sus obras, las investigan y se dejan seducir por su apariencia, pues es hermoso lo que ven. Pero, con todo, ni siquiera éstos son excusables, porque, si fueron capaces de saber tanto, que pudieron escudriñar el universo, ¿cómo no encontraron antes a su Señor?"         Sabiduría 13, 1-9


Este pasaje del libro de la Sabiduría (AT), escrito hace más de 2.000 años, contiene un mensaje muy actual: a pesar de nuestra inteligencia, de la que Dios no ha dotado para escudriñar el universo; no reconocemos a su Creador. Quizás nuestros dioses ya no son el fuego, el aire y las estrellas, pero seguimos idolatrando otro tipo de dioses (el dinero por ejemplo) que nos han quitado la atención del único Dios verdadero.

Casi todos conocemos la teoría del Big Bang (teoría propuesta por un sacerdote católico) que nos habla de un universo que surgió  a partir de una gran explosión en medio de la nada. Tras esa explosión, y quizás millones de años después, coincidimos tú y yo en un pequeñísimo planeta azul que tiene ciertas peculiaridades que lo hacen muy diferente a los miles de planetas solares y extrasolares que hoy se han descubierto:
  • Estamos en la zona habitable de una galaxia en espiral, es decir, lejos del centro y en el espacio menos densamente "poblado" de uno de los brazos de ese espiral. De otra forma el caos de los cuerpos celestes nos hubiesen aniquilado hace rato.
  • Estamos en la zona habitable de un sistema solar con una estrella estable (ni muy fría, ni muy caliente).
  • Nos protegen planetas gigantes que nos sirven de escudo antimisiles que desvían o atraen para sí cualquier cuerpo celeste que amenace destruirnos.
  • La Tierra tiene el tamaño perfecto. Más grande nos aplasta la gravedad, más pequeño, no tendríamos atmosfera.
  • La Tierra tiene una inclinación sobre su eje de 23 grados, que hace posible que los que estamos en el trópico no nos achicharremos de calor y en el polo no se congelen los 12 meses del año.
  • Tenemos una luna a la distancia correcta y con unas fases perfectamente sincronizadas para que tengamos mareas. Si estuviera más cerca o más lejos, los efectos de las mareas serían inexistentes o catastróficos.
  • Sin las mareas no tendríamos clima, es decir, aire acondicionado. Ni mucho menos el ciclo del agua.
  • El tamaño aparente de nuestra luna, es igual a la del sol, es decir, la Luna es 400 veces más pequeña que el Sol, pero está 400 veces más cerca; por lo que podemos disfrutar de eclipses totales de vez en cuando.
  • La luna rota cada 29 días, el mismo tiempo que tarda en orbitar alrededor de la Tierra y por eso nos muestra siempre la misma cara. Su interacción gravitacional con la Tierra hace que nuestros días sean de 24 horas, sin ella, el planeta giraría más rápido y sería muy inestable.
El listado de "condiciones particulares" que hacen posible nuestra existencia es mucho más largo y lo pueden consultar en fuentes más confiables que esta.  Lo cierto es que la gran mayoría del mundo científico y los escépticos están de acuerdo con esta información y que sin esas "particularidades" de la Tierra, no habría vida.

Me niego a creer que esto sea pura coincidencia. Mucho menos que la vida haya surgido de una sopa primitiva que derivó en la complejidad de lo que hoy conocemos como el ADN y que contiene el código genético de cada ser vivo sobre esta tierra. El ADN es en sí un programa, que le dice a cada célula como crear proteínas a partir de aminoácidos. Es un proceso tan fascinante y perfecto, que es imposible que sea producto del azar. Más aún, cada célula del cuerpo humano (con la excepción de los glóbulos rojos) contiene una secuencia de ADN de 3.200 millones de letras de longitud, es decir, 2 metros de ADN. Si desenrrolláramos todo el ADN de las células de un cuerpo humano, cubriríamos la distancia de la Tierra a la Luna 7.000 veces.

(Ver: https://www.xatakaciencia.com/genetica/las-cifras-mas-curiosas-del-adn)

Nuestra soberbia nos lleva a desconocer el orden de la creación y por ende, la existencia de una entidad ordenadora. Basta con ver la naturaleza y todos sus procesos: ya quisiera el hombre poder recrear el ciclo del agua o la fotosíntesis. Pero nos es imposible crear algo, ¡ni un átomo de hidrógeno! - Somos capaces de descubrir y transformar cosas, pero aún no tenemos la capacidad de crear algo de la nada.


Un Dios que nos habla.

Toda la creación habla de Dios, pero aún así, Él mismo se quiso revelar. Y es precisamente eso lo que nos diferencia a los Cristianos de muchas otras religiones, que esta religión se basa en un Dios que se revela al hombre, no el hombre que busca a un dios.

El hombre en toda su historia siempre ha necesitado uno o más dioses para darle sentido a su vida, es sólo en esta época en la que nos creemos excepcionalmente inteligentes  (y no somos capaces de crear un átomo de la nada) que pensamos que somos producto del azar y queremos desmitificar la idea de Dios.

Nuestro Dios Judeo-Cristiano, tuvo que orientar a su primitivo pueblo para que no adoraran dioses diferentes a Él. En la medida en que ese pueblo fue madurando, Dios comenzó a transmitir mensajes más complejos a través de profetas y finalmente, su mensaje del amor y llamado a su Reino, a través de sí mismo en la figura de Jesucristo.

¿Muy fantasioso el asunto? Diría más bien que no estamos abiertos a explorar otras realidades que vayan más allá de nuestra materialidad y lo que podamos comprobar a través del método científico.

Los cristianos tenemos como verdad la existencia de un mundo espiritual, que somos cuerpo y espíritu, y que nacemos de Dios y somos para Dios.


La Biblia

Lo primero que nos habla de esa verdad que creemos es la incomprendida Biblia, la que muchos quieren leer textualmente acorde a su criterio particular y que por ello la descalifican de todas las maneras posibles (de eso hablaré en otra entrada). De la Biblia me enfocaré solo en los Evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Los mismos relatan la vida y obra de Jesús. La radicalidad del mensaje de Jesucristo no tiene precedentes históricos y la altura moral encarnada en el propio Jesús es absolutamente extraña a su época. Más aún, que ese mensaje haya perdurado por 2.000 años pese a tener que remar contracorriente desde la misma muerte de Cristo, habla de una verdad inocultable. Y es que los mismos discípulos de Jesús, a pesar de verle hacer cientos de milagros, fueron los primeros en salir huyendo el día de su crucificción. Fue la verdad de la resurrección la que confirmó su fe y les hizo, de la noche a la mañana, los hombres valientes que fueron capaces de morir defendiendo el Evangelio (buena nueva). Jesús además prometió fundar una Iglesia que perduraría por siempre, promesa que se ha cumplido hasta la fecha, pese a todas las contrariedades que ha tenido. Ninguna otra Institución ha durado tanto.


Las apariciones Marianas.

Nuestra Santísima Virgen se viene manifestando desde el principio del Cristianismo, y muy especialmente en los últimos 200 años. Habrá quienes piensen que son alucinaciones, pero si lees por ejemplo la historia de los pastorcitos en Fátima o de la analfabeta campesina Bernardet en Lourdes, vemos como fueron terriblemente atacados por sus familiares y extraños y pese a todo, estuvieron dispuestos a morir por transmitir el mensaje de su amada Madre, que además, se ha cumplido a cabalidad.


La actuación del demonio.

Su acción se da fuera del orden natural, es por esto que su presencia en el mundo es otra manera de corroborar la existencia de lo sobrenatural. El demonio actúa discretamente (y raramente se presenta con cachos y cola) porque sería evidencia de la existencia de una entidad espiritual y por ende confirmación de Dios. A ese le conviene mantenernos aletargados. Pero la realidad es que hay mucho tipo de actuaciones del maligno, desde tentaciones, infestaciones a posesiones, estas últimas bastante extrañas. Normalmente la Iglesia es muy cauta con estos temas, pues es cierto que pudieran llegar a confundirse con enfermedades de orden mental. Para que alguien sea declarado poseso se deben evidenciar hechos sobrenaturales como el desafío a leyes físicas como la gravedad,  fuerza anormal, el rechazo a objetos sagrados, hablar lenguas muertas o antiguas que el poseso desconoce y muchas otras cosas que no son de carácter humano. Películas como "El Exorcista" y el "Exorcismo de Emily Rose" están basadas en hechos reales.


La vida de los santos y sus cuerpos incorruptos

La Iglesia tiene una gran lista de personas que vivieron su vida en esta tierra en alto grado de virtud. Muchas de estas personas alcanzaron tal nivel de espiritualidad, que obtuvieron dones sobrenaturales, como el de la bilocación, la levitación, profecía, leer la conciencia de las personas y hablar con el mismo Jesucristo, la Virgen María y los Ángeles. Muchos otros Santos experimentaron las heridas de la pasión de Cristo (estigmas) o sus dolores.

Tal fue el grado de perfección de estas personas, que muchos de ellos murieron en olor de santidad, es decir, sus cuerpos expelían olores agradables y no se corrompieron.


Los milagros eucarísticos

Por último, he dejado quizás uno de las evidencias más relevantes y menos conocidas denominadas como milagros eucarísticos. Los católicos aceptamos como realidad la promesa de Jesús de alimentarnos con su cuerpo y sangre a manera de conmemoración de su vida, pasión, muerte y resurrección. Jesús pidió hacer esta conmemoración en la última cena, pero ya lo había manifestado antes a un público muy grande que le seguía después de haber multiplicado los panes y de haber caminado sobre las aguas (demostrando poder sobre los alimentos y sobre su cuerpo). A ese público les dijo que deberían literalmente comer su carne y beber su sangre; la gente no lo entendió y lo abandonaron, tanto fue el escándalo, que el mismo Jesús les preguntó a sus 12 apóstoles: ¿Ustedes también se van a ir? (Jn 6, 66-67).

Jesús había acabado de demostrar que tenía poder sobre la comida y sobre su cuerpo, ¿acaso le iba a quedar pequeño hacer que un pan se transformara en su carne y el vino en su sangre? Pues así como sucedió hace más de dos mil años, aún nos cuesta creer semejante afirmación. Muchos sacerdotes incluso dudan de esta realidad, por eso han ocurrido milagros durante la eucaristía en la que el pan se convierte en verdadera carne y el vino en verdadera sangre. 


(Ver:https://es.aleteia.org/2015/11/27/los-milagros-eucaristicos-mas-conocidos/)



¡Que la gracia y el amor de nuestro Señor Jesús les acompañe siempre!


lunes, 8 de enero de 2018

El encuentro con la Virgen María


Con esta entrada cierro mi testimonio de cómo fue esa etapa inicial de conversión, y digo etapa inicial, porque la conversión no es un cambio que ocurre de un día a otro, es un objetivo por el que hay que "luchar" toda nuestra vida terrenal. Todo lo dicho hasta ahora no es más que una experiencia privada, y como tal, es libre de que se crea o no. Lo cierto es que mi interés al iniciar este blog no es confundir (no me sobra tiempo para eso), sino de compartir la realidad de esa buena nueva que es Jesucristo y que se nos ha transmitido por cerca de 2000 años y que lastimosamente nos rehusamos a escuchar y mucho menos a creer.

Para los que llegan por primera vez a este blog les recomiendo leer en orden cronológico mis anteriores entradas, sin embargo, acá hago un muy pequeño resumen de lo que ha sido este camino: me formé como un católico que heredó la religión de sus padres y que, al llegar a su temprana adultez, se comenzó a cuestionar sobre la realidad de esa fe, cuestiones, que por simple desinterés, me llevaron al escepticismo. Luego, por un encuentro con Jesús en un retiro, se sembró una inquietud que fui cultivando y que me llevaron a fortalecer mi fe. Hoy les quiero relatar el papel de la Virgen María en el proceso de reafirmar esa fe y terminar de eliminar cualquier manto de duda sobre la realidad de un Dios vivo y presente en medio de nosotros.

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La Virgen María siempre ha estado vinculada a mi vida de alguna manera, principalmente por la influencia de mis padres y abuelos, pero también por la gran devoción que se le tiene en mi país. En mi ciudad, casi que en cada cuadra, hay una imagen de la Virgen. Pero la que había en la esquina cerca a mi casa era especial, quizás una de las imágenes más grandes que se pudiera encontrar en un barrio, no en vano a nuestro sector le llamaban "la Virgen" e igualmente a nuestro equipo de fútbol (al equipo infantil nos llamaban los virgencitos, jejeje). Desde niño, y hasta los veintitantos años, me acompañaban en mi cuarto una imagen del divino niño Jesús, la Virgen de Fátima y una oración que yo mismo fijé a un vidrio y que rezaba cada noche:

¡Oh Señora mía, oh Madre mía!,
yo me entrego del todo a Ti,
y en prueba de mi filial afecto,
te consagro en este día
mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón, 
en una palabra, todo mi ser, 
ya que soy todo tuyo,
¡oh Madre de bondad!,
guárdame y protégeme como hijo tuyo. Amén.


Un día cualquiera, cuando ya comenzaba a inclinarme por el escepticismo, pensé en botar las imágenes y la oración que me habían acompañado por tantos años, pero pudo más el valor sentimental y terminaron guardados en una caja de un cuarto útil.

Muchos años después, cuando estaba intentando recuperar mi fe, aparece de nuevo mi natal Medellín y su devoción a la Virgen María para rescatarme por completo de mi incredulidad. Yo estaba viviendo en Santo Domingo, República Dominicana, y desde allí, mientras curioseaba en Facebook, ví el "like" que una prima le dio una publicación de una página llamada Lazos de Amor Mariano. Allí aparecía un señor llamado Wilson Tamayo promocionando una peregrinación mariana por algunos santuarios en Europa. Eso fue justo por los días en que nació la idea de peregrinar y era inevitable ver esta coincidencia como una señal. Ví que eran una comunidad católica de Medellín y les contacté para que me enviaran más información. El itinerario que ellos planteaban era más que perfecto y nos embarcamos en el proyecto, tal como lo conté en mi anterior entrada.

Casi toda mi vida había vivido en Medellín y nunca había escuchado noticia de esta comunidad, en buena medida, por mi alejamiento intencional de la religión. Pero fue ese contacto inicial el que me llevó a conocer más de ellos y descubrir la consagración a Jesús por María. La verdad no tenía ni idea de lo que era una consagración, pero ellos han hecho un trabajo fantástico en Internet y basta ingresar a su canal en youtube para obtener una respuesta. Le presenté la idea a mis amigos y les gustó tanto, que nos inscribimos (casi todo el grupo de @virgencitaperegrina) a la primera consagración en línea del año 2017.

Para ese entonces estábamos absortos con un hecho reciente del cual todos fuimos testigos. Un día cualquiera de septiembre de 2016, una de las parejas que hacen parte de nuestro grupo estaba visitando la Basílica de Nuestra Señora de la Altagracia en Higüey (RD) y cuando salían de allí, nuestra amiga tuvo una visión en la que ella se veía con un niño en brazos junto a su esposo. Cuando decidimos formar @virgencitaperegrina, acordamos reunirnos los jueves para hacer el Santo Rosario y en una de las primeras reuniones, uno de nuestros amigos invitó a una compañera de trabajo que es muy devota de la Virgen María. Ella, de manera muy humilde, nos guío en el rezo del mismo y al final, a cada uno de nosotros, nos dio una palabra a modo de revelación. A nuestra amiga, la que tuvo la visión en la Basílica, le dijo que estaba embarazada y que si no lo estaba, lo estaría pronto. Yo solo pude ver su cara de sorpresa que entendería luego: ella se había enterado hace muy poco de su embarazo y decidió reservarse la noticia para sorprender a su esposo en su aniversario de bodas. Nadie lo sabía, ¿cómo iba a poder saberlo esta mujer a la que acabábamos de conocer? Yo tampoco lo supe, solo hasta el día del aniversario de ellos, donde se reveló todo el misterio de la noticia y que además, por cuestiones médicas, el tiempo del embarazo se contaba desde el día 8 de diciembre, día de la inmaculada concepción y día de nuestro llamado. ¿Coincidencias? Todo pudiera parecerlo, pero por si las dudas, su hija nació exactamente el mismo día en que nuestra amiga tuvo la visión en la Basílica, justo un año después. Nuestra Señora les regalaba a ellos una preciosa niña y a nosotros una prueba de su poder de intercesión.

En nuestro grupo hay una amiga con un don de servicio muy especial, que motivada en su corazón por llamados de la Virgen María, asiste frecuentemente a ayudar a niños y madres en hospitales públicos de Santo Domingo. Fue ella quien propuso enfocar nuestra labor hacia ese servicio de ayuda social.  Ella misma recibió el llamado de la Virgen para participar de una feria católica, a la cual creíamos no poder asistir (pues no habían cupos) y no solo pudimos ir, sino que obtuvimos muy buenos resultados y gran parte de las ganancias las donamos a una fundación.

Vivimos experiencias muy conmovedoras e impactantes en esa labor de ayuda, y eso, sumado al embarazo de nuestra amiga, nos hizo desistir de los planes de peregrinación para enfocar nuestros esfuerzos a la ayuda social y evangelización. Descartamos por completo la idea de peregrinar y la verdad no nos importó, porque la satisfacción que obteníamos en ayudar y crecer espiritualmente como grupo, era mayor.

Pero la Santísima Virgen, que no se queda atrás en gracias, quiso que hiciéramos el viaje. Sin buscarlo, nos enteramos de un vuelo extremadamente barato para ir a Barcelona, esto se debía a que era el vuelo inaugural del recorrido Punta Cana- Barcelona de la recién creada empresa Level de Iberia (de eso nos enteramos el día del vuelo). Sin tener el dinero completo para el viaje, decidimos comprar los tiquetes, cada uno costaba $99 dólares y estábamos dispuestos a perder ese dinero en caso de que no pudiéramos conseguir los recursos para el resto del viaje, pero la oportunidad no la íbamos a desperdiciar. Nuestros amigos que estaban esperando bebé decidieron no embarcarse en el viaje y nos dieron carta abierta para irnos sin ellos. Aproximadamente un mes después de haber comprado los tiquetes, a cada una de las parejas nos sorprendieron ingresos no esperados en nuestros trabajos. Bonificaciones especiales con las que no contábamos. ¿Qué otra señal habíamos de esperar? Armamos el plan, a modo "mochilero", y nos fuimos de peregrinación.

En todo el viaje vimos la providencia de Dios obrar. Fue un viaje que planeamos lo mejor posible, pero habían cosas que nos eran muy dificiles de coordinar, como por ejemplo, asistir a misa todos los días. Nos hicimos ese propósito, pero era para nosotros un poco difícil saber los horarios de las parroquias cercanas a nuestros recorridos para ajustar nuestra agenda. En oración, lo pusimos en manos de Dios (como todo aquello en lo que no teníamos control), y era increíble como coincidíamos cada día con una misa en alguna parroquia. No importaba el idioma, pero allí estábamos cada día a los pies del Señor recibiendo su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad en ese pequeño pan.

Normalmente en los viajes algo siempre sale mal, un tour perdido, un vuelo retrasado, una maleta extraviada, una enfermedad; pero en este viaje, nada de eso se hizo presente, antes bien, cuando nos perdíamos recorriendo alguna ciudad, el Señor nos sorprendía descubriendo alguna cosa que no estaba en el plan, como la cruz donde se apareció Jesús a Santa Brígida o la Iglesia donde yacían las reliquias de Santo Domingo de Guzmán, el fundador de los Dominicos y quien recibió el Santo Rosario de manos de María. La cereza en el pastel fue haber conocido en persona, cara a cara para poder abrazarle y cruzar algunas palabras con él, al Santo Papa en Roma. Fue una bendición que nosotros mismos no creíamos.

Para cuando regresamos a Santo Domingo, ya iba muy adelantado en la consagración en línea con Lazos de Amor Mariano. Estaba extasiado con la profundidad de cada una de las lecciones y de lo poco que me conocía a mi mismo y al mundo (en términos de pecado). Es una consagración larga, de 33 charlas que se hacen a lo largo de 9 meses. La promesa es que, al igual que un embarazo, tras ese tiempo íbamos a nacer de nuevo para Jesús. Yo fui bastante prematuro, porque a los tres meses ya veía cambios importantes en mi. Esta consagración se basa en el método de un santo hombre: San Luis María Grignion de Monfort y se divide en cuatro partes: conocimiento del mundo, conocimiento de sí mismo, conocimiento de María y conocimiento de Jesucristo. Como lo dije antes, hacer esta consagración me llevó a redescubrir mi fe y fue el punto de quiebre de un antes y un después en mi vida espiritual y personal.

Yo solo traía una preocupación en mente: ¿cómo iba a ser el acto de consagración? pues las lecciones las tomé en línea y la consagración debía hacerse en una celebración especial, para lo que debía contactar a un sacerdote. La verdad no sabía mucho del asunto. Pero hasta eso ya lo tenía resuelto nuestra Señora. Mi etapa final de las lecciones coincidieron con el proceso de consagración de los Heraldos del Evangelio, otro movimiento religioso con una espiritualidad muy mariana y que hacen la misma consagración de Monfort, pero en menos tiempo. Tuve entonces la oportunidad de reforzar mi preparación con los Heraldos y asistir al solemne acto de consagración el día 8 de septiembre de 2016, día que la Iglesia Católica celebra como la natividad de la Santísima Virgen. ¡Qué privilegio!

La consagración a la Virgen tiene varias promesas, pero la más importante, es que nuestra Santísima Madre nos lleva directo a su hijo Jesús. Y recuerden lo que Él dijo: "Nadie va al Padre sino por mí." (Mt 14,6b). Tener un camino directo a Jesús es tener un puente que nos lleva directo al Padre. Sí que lo viví, me enamoré de Jesús, me consagré a su Sagrado Corazón, le visito con frecuencia en el Santísimo y amo con locura la Eucaristía, a la que trato de no faltar ningún día.

Amar a Jesús es también emprender un camino de conocimiento y crecimiento espiritual, en el que tendremos la oportunidad de vivir muchas experiencias, la principal de ellas es sentirle presente y ser conscientes de cómo su mano nos va guiando hacia las cosas que debemos ir aprendiendo o conociendo. Ya no me sorprendo con las supuestas coincidencias. ¡Todo es obra de Él!

Ya dejé de preocuparme por responder si Él existe, ahora lo siento en cada momento de mi vida y el se encarga de recordármelo cada vez que se me olvida. Como aquella vez que en medio de una crisis de fe (noche oscura del camino espiritual) le cuestioné frente al Santísimo el por qué no le sentía más en mi corazón y su respuesta fue un río de lágrimas de profunda emoción al ver la consagración en la misa de aquel día. También me ha regalado el poder descansar en su Espíritu e incluso experiencias no tan agradables, como ver personas poseídas. Pero quizás de las cosas más bellas que he descubierto es saber que, a pesar de haber sido un hijo del mundo y sus pecados, no le pertenecía al mundo, le pertenecía a María, pues con aquella inocente oración que cité al principio estaba consagrándome desde niño a ella: "¡Oh Señora mía, oh Madre mía!, yo me entrego del todo a Ti..."


No era propiedad del mundo, era propiedad de María, y ella, la más humilde, la llena de gracia, ¡me entregó de vuelta a su hijo Jesucristo!


¡Dios les bendiga!



Reflexión final:

Espero que este testimonio que he contado sirva en alguna medida a cada uno de ustedes. En particular, pienso que hoy la mayoría de los que nos decimos cristianos y no practicamos nuestra fe es por desconocimiento, el cual lleva inevitablemente, a la incredulidad. No se ama lo que no se conoce. Resolver este asunto puede ser tan sencillo como leer el Evangelio o asistir a una catequesis, en todo caso, debe nacer de un acto de voluntad, no de la imposición. Es por ello que los que creemos, estamos llamados a contar esta buena nueva a todas las naciones y decirles: Jesús no es un cuento, es real, dense la oportunidad de conocerle. Cada quien que escuche.


Darse la oportunidad de conocerle puede tardar un día o toda la vida, depende de cada persona. Yo he tenido un proceso que me ha parecido largo, de más de dos años, pues considero que perdí mucho tiempo al insistir en mi incredulidad. Pero la verdad, es que no es en nuestro tiempo, es en el tiempo del Señor en el que se hacen las cosas.


¡Paz y bien!

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